De Alaska a D.C.

🪐 Continúan las negociaciones sobre el futuro de la Franja de Gaza, Trump apunta a Venezuela, y regresa Erik Prince, CEO de Blackwater.

Desde nuestra órbita, una mirada al mundo.

El 21 de agosto de 1944, comenzaba la conferencia de Dumbarton Oaks, en la que Estados Unidos, el Reino Unido, la Unión Soviética y China propusieron la creación de una organización internacional general que mantenga la paz y seguridad internacionales. Esa propuesta se convertiría en realidad un año después en la creación de la Organización de las Naciones Unidas. Hoy en día, nuevas negociaciones internacionales podrían reestructurar el balance de poder y la composición territorial de los Estados. Las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia en Alaska, y la posterior visita de líderes europeos a Washington, prometen ser pasos adelante hacia el fin del conflicto en Ucrania. De esto hablaremos en el eje central de hoy.

Hoy, además, vamos a contarte:

  • Continúan las negociaciones sobre el futuro de la Franja de Gaza;

  • Trump apunta a Venezuela;

  • El regreso de Erik Prince, CEO de Blackwater;

Y mucho más.

Vas a informarte sobre todo esto en menos de 10 minutos.

EJE CENTRAL

De Alaska a Washington: Trump reconfigura la paz en Ucrania

En unos pocos segundos…

  • Cumbre en Washington tras Alaska. Trump recibió a Zelensky junto a líderes europeos, ofreciendo garantías de seguridad y un paquete de armas por U$S 90 mil millones, pero evitando comprometerse con la membresía ucraniana en la Alianza Atlántica. 

  • Negociación con presión. Las conversaciones avanzan más rápido que mediaciones anteriores, con Trump tanteando una cumbre trilateral con Putin y Zelensky, presionando para negociar sobre el mapa actual de ocupación rusa y relegando el debate sobre la OTAN.

  • Europa y América Latina en tensión. La UE se mostró alineada con Washington pese a que hoy su apoyo a Kiev supera al estadounidense, mientras que en América Latina el precedente de negociar territorios ocupados impacta de lleno en principios centrales como la cuestión Malvinas para Argentina.

¿Qué pasó?

Tras la cumbre de Alaska del viernes entre Donald Trump y Vladimir Putin, que terminó sin anuncios de alto el fuego ni acuerdos de paz concretos, la diplomacia dio un nuevo giro. El lunes, Trump recibió en la Casa Blanca al presidente ucraniano Volodímir Zelensky, esta vez acompañado por líderes europeos —Reino Unido, Alemania, Francia, Finlandia, Italia— además de la Unión Europea y la OTAN, para discutir los siguientes pasos en busca de una salida al conflicto.

Durante la bilateral, Trump evitó comprometerse con la membresía de Ucrania en la OTAN, pero habló de una eventual garantía de seguridad estadounidense que incluiría un paquete de armas de hasta U$S 90 mil millones, con sistemas que Kiev aún no posee, además de la compra por parte de EE.UU. de drones fabricados en Ucrania.

El encuentro estuvo marcado por un tono mucho más cordial que la visita anterior del ucraniano a Washington. Esta vez, Zelensky se presentó con gestos de deferencia hacia Trump, incluyendo una carta de su esposa dirigida a Melania Trump sobre los 20.000 niños ucranianos secuestrados, vistió traje y evitó confrontar en público sobre cuestiones sensibles como la membresía en la OTAN.

¿Por qué importa?

• Cambio de posición europea: Después de semanas de tensiones comerciales que dejaron a Bruselas en posición incómoda, los europeos terminaron sentados en el Salón Oval casi como alumnos, escuchando a Trump definir el rumbo de la negociación. La escena reflejó una cierta contradicción: por un lado, la UE aceptando que Washington tiene el rol central en el proceso; por otro, mostrando un mayor peso propio, ya que su ayuda militar y financiera a Ucrania supera hoy a la de EE.UU.

La negociación tiene su momentum: Las conversaciones avanzan más rápido que mediaciones pasadas, como las de Turquía o Arabia Saudita. Trump, además, tanteó una cumbre trilateral con Putin y Zelensky en Budapest, presionando por un acuerdo rápido, incluso sin alto el fuego. Además, logró que Zelensky se fuera de Washington sin insistir con su ingreso a la OTAN y con compromisos de armamento.

• Los términos de paz siguen lejos: La cuestión de fondo no cambió porque aún hay desacuerdos de qué hacer con el 20% del territorio ucraniano ocupado por Rusia y es difícil imaginar un acuerdo aceptable que respete simultáneamente las líneas rojas de Moscú, y las de Kiev y de Europa. Trump lo resumió al afirmar que “Zelensky puede terminar la guerra de inmediato si quiere, o puede seguir luchando”. Incluso en el Salón Oval de La Casa Blanca imprimió un mapa gigante con el porcentaje de ocupación rusa en cada provincia ucraniana. El mensaje fue leído como presión para negociar sobre la base de las ocupaciones actuales.

¿Cómo impacta?

• A nivel global. Esta reunión vuelve a subrayar lo que señalamos en la edición anterior de la ambición de Trump de consolidarse como “emisario de la paz” y lo coloca en el centro de la mesa, relegando a la ONU y a los foros multilaterales. El riesgo es el mismo que advertimos: si la paz se construye sobre la aceptación de territorios ocupados, quedará debilitado un principio fundacional del orden global basado en que las fronteras no se modifican por la fuerza, con consecuencias que pueden proyectarse en Asia, África o Medio Oriente.

• En Ucrania. Zelensky recibe la promesa de garantías de seguridad y financiamiento militar, pero a cambio enfrenta la presión de negociar sobre la base del mapa actual, con un quinto del país bajo ocupación rusa.

En Europa. La presencia europea en la Casa Blanca fue una puesta en escena calculada para mostrar unidad transatlántica, pero el verdadero desafío es sostener esa imagen en el tiempo. Una de las novedades más relevantes fue la disposición explícita de EE.UU. a considerar un rol directo en las garantías de seguridad, lo que abre la puerta a una arquitectura de defensa compartida. Europa discute la posibilidad de ofrecer garantías “casi equivalentes al artículo 5” de la OTAN e, incluso, desplegar tropas en las zonas de Ucrania no ocupadas para reforzar la disuasión. La clave estaría en articular una estrategia sostenible capaz de anclar a Washington y disuadir a Moscú.

• En América Latina. Países como Brasil y México, que intentaron mediar sin éxito en Ucrania, ven cómo sus márgenes diplomáticos se reducen. Para Argentina, el precedente es particularmente sensible, dado la importancia del principio de integridad territorial, clave para la cuestión Malvinas.

¿Cómo sigue?

 Todo apunta a una posible cumbre trilateral entre Trump, Zelensky y Putin. Zelensky lo aceptó públicamente, pero la clave será si Moscú acepta la convocatoria y si Europa se alinea detrás de un proceso que, hasta ahora, parece diseñado en Washington.

 Suiza se propuso como sede de la posible cumbre, ofreciendo otorgar inmunidad a Putin si asiste.

 Estados Unidos preferiría Budapest, con Orbán como huésped. El servicio secreto de EE.UU. ya estaría trabajando un plan de seguridad para que Hungría pueda recibir a ambos presidentes.

 Esta semana se reunirán los ministros de Defensa aliados a Ucrania para discutir las garantías de seguridad.

Nuestra mirada en Órbita:

La presencia de siete líderes europeos en Washington reforzó la imagen de unidad transatlántica, en contraste con la visita solitaria y tensa de Zelensky a comienzos de año. El encuentro dejó avances, pero también expuso límites estructurales. Moscú nunca ha mostrado disposición a participar de una cumbre de este tipo y Putin ha reiterado que no reconoce a Zelensky como interlocutor válido ni a Ucrania como Estado soberano. Esa posición deja en suspenso la viabilidad de cualquier formato trilateral, porque para el Kremlin la negociación sólo tendría sentido con un liderazgo distinto en Kiev.

Una eventual cumbre, si llegara a celebrarse, podría dejar a Zelensky en una situación de aislamiento frente a Trump y Putin. Ambos tendrían margen para presionarlo hacia un acuerdo que convalide la pérdida de territorios a cambio de paz y garantías de seguridad. Trump ya lo anticipó en sus declaraciones públicas al insistir en que Rusia está ganando y que Ucrania debería reducir sus pérdidas. Para Kiev, semejante concesión sería inaceptable y para Europa implicaría un golpe directo a uno de los pilares de su seguridad basado en la inviolabilidad de fronteras.

La reunión de Alaska funcionó menos como un intento de cerrar un acuerdo y más como el inicio de un proceso destinado a fijar los términos de la discusión. Allí quedaron claras las líneas rojas de cada parte: Moscú no renuncia a los territorios ocupados, Kiev no puede resignar soberanía y Europa teme un precedente que erosione su arquitectura de seguridad. Lo que aún no está claro es hasta dónde está dispuesto a llegar Trump, si realmente pretende un acuerdo que estabilice la región o si prioriza su imagen como arquitecto de una paz construida bajo sus propios parámetros.

En este escenario, Europa se encuentra atrapada en un rol reactivo. La retórica firme de sus líderes contrasta con la falta de una estrategia común sobre el lugar que debe ocupar el continente en el sistema internacional. En pocos meses, Washington consiguió condiciones comerciales más favorables, un esquema de seguridad con mayor aporte europeo y la capacidad de imponer los términos contractuales de un eventual final del conflicto, incluso rehabilitando parcialmente la figura de Putin. En esa dinámica, la hipótesis de una paz impuesta deja de ser remota para convertirse en la opción más probable. La cuestión es qué podrá obtener Zelensky en ese marco y si Europa logrará algo más que una presencia decorativa en la mesa donde se decida el futuro de la guerra.

VUELTA AL MUNDO

🇮🇱 🇵🇸 Israel analiza un plan de alto el fuego aprobado por Hamás y mediado por Egipto y Qatar, que prevé liberar rehenes e intercambiar prisioneros, permitir ayuda humanitaria y abrir negociaciones hacia una tregua permanente. Al mismo tiempo, el gobierno de Netayahu movilizó 60.000 reservistas para una ofensiva en la ciudad de Gaza, que podría desplazar a un millón de palestinos.

🇰🇵 Kim Jong Un llamó a una “rápida expansión de la nuclearización” de Corea del Norte y rechazó las maniobras conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur. Mientras tanto, el nuevo presidente surcoreano busca mejorar lazos con el Norte, aunque mantiene el objetivo de desnuclearización de la península. Pyongyang considera estas maniobras una amenaza a su seguridad.

🇮🇳 🇨🇳 India y China acordaron reabrir el comercio fronterizo y reanudar vuelos directos tras años de tensiones. El canciller chino Wang Yi se reunió en Nueva Delhi con Narendra Modi y su par indio, S. Jaishankar, en un gesto de distensión diplomática. El acercamiento promete impulsar el turismo, el comercio y la cooperación en la frontera compartida.

🇳🇴 Marius Borg Hoiby, hijo de la princesa heredera de Noruega, fue acusado de 32 delitos, incluyendo violación y violencia doméstica. La justicia noruega advirtió que podría enfrentar hasta 10 años de prisión. El caso conmociona a la familia real y a la opinión pública del país.

🇷🇼 🇨🇩 Los rebeldes del M23 —respaldados por Ruanda— ejecutaron al menos a 140 civiles, principalmente campesinos en zonas rurales del este de la República Democrática del Congo, en julio. Esto ocurre pese al acuerdo de paz firmado en junio en Washington entre RD Congo y Ruanda, mostrando que el conflicto está lejos de resolverse.

GRAVITANDO EN AMÉRICA LATINA

🇻🇪 🇺🇸 Nicolás Maduro ordenó activar milicias de -supuestamente- más de 4 millones de personas por todo Venezuela, ante la presión de Estados Unidos. Trump había desplegado buques con miles de soldados en las aguas del Caribe, cerca de la costa venezolana. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, indicó que están preparados para usar todo su poder para frenar el flujo de drogas

🇧🇷 🇺🇸 Brasil respondió con fuerza a la investigación de Estados Unidos, tildándola de uso ilegítimo de la legislación comercial unilateral. Exigió diálogo constructivo y solicitó formalmente a la OMC consultas sobre los aranceles del 50 % impuestos por EE.UU., mientras denuncia injerencia política en el caso contra Bolsonaro.

🇦🇷 🇺🇸 Esta semana se celebra en Argentina la Conferencia Sudamericana de Defensa. El encuentro resalta la importancia de las alianzas militares duraderas para la seguridad regional y del Hemisferio Occidental. Participan autoridades de defensa de varios países de la región y representantes de Washington.

FUERA DE ÓRBITA

Mercenarios globales y privitización de la seguridad

Blackwater, la empresa fundada por Erik Prince en 1997, se convirtió en el emblema de las compañías militares privadas durante la “guerra contra el terrorismo” de George W. Bush. Con hasta 20.000 contratistas desplegados en Irak y Afganistán, se encargaba de proteger diplomáticos y convoyes, entrenar fuerzas locales y realizar operaciones armadas en paralelo al ejército estadounidense. Prince vendió la firma en 2010, pero nunca abandonó el negocio. Hoy regresa con Vectus Global que, a diferencia de Blackwater, se presenta como un “solucionador integral”: combina operaciones militares privadas con tareas propias del Estado, como el cobro de impuestos en las aduanas o la gestión de rutas estratégicas. En Haití, Prince firmó un contrato de diez años para enfrentar a las pandillas urbanas con drones explosivos, francotiradores y helicópteros, y al mismo tiempo administrar la recaudación en la frontera con República Dominicana. En el Congo ofrece asegurar minas de cobalto y controlar el contrabando a cambio de un porcentaje de lo recaudado. Y en Ecuador, asesora en la lucha contra el narcotráfico como complemento a las fuerzas locales. Prince se vende como un “llenador de vacíos” donde los Estados son débiles y Washington no quiere comprometer tropas ni recursos. 

GRÁFICO DEL DÍA

La transición del financiamiento en la ONU: de Washington a Beijing

Según datos del Pew Research Center, China aporta hoy casi tanto al presupuesto de las Naciones Unidas como Estados Unidos. A mediados de la década de 1990, Washington contribuía cerca de veinte veces más que Pekín; sin embargo, en las últimas tres décadas China multiplicó sus aportes mientras que la participación estadounidense mostró una leve caída. Esta evolución resulta clave para comprender por qué ambos países han modificado sus posturas hacia la ONU y el nivel de prioridad que le asignan a la organización.

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